viernes, 11 de noviembre de 2011

Jenízaro el Dragomán.

Chino por descendencia en séptimas generaciones era el hombre que ocupó un día el cargo para representar las asambleas de Grecia, el Cemanahuac y toda la Siberia Oriental, de grueso hueso y ojos rasgados, el nombre del moreno claro era Jenízaro, el Dragomán. Nació en épocas no más difíciles que su propio parto, creciendo desde el principio bajo el amamanto de los pechos del mundo. Jenízaro fue malditamente bendito para convertirse en Dragomán, y ya desde su primer llanto le venía rajada la lengua no en dos, ¡sino en cuatro y ocho cavidades! , creciendo y hablando con ellas en cada una de las tierras que lo iba arrastrando la algarabía de su destino, ejecutando con tal agilidad y precisión los acuerdos y desacuerdos entre las Naciones, zangoloteando en verbos y ardiendo el rostro en histrionismos con una procesión simétrica de múltiple gesticulación, ¡todo ejecutandolo cómo sí fuera un solo idioma el de la humanidad.!

Dicen que Jenízaro comenzó su aprendizaje en América, allí vivió con los hiperbóreos de aquel continente, aprendiendo el lenguaje del mas brusco de los inviernos que existen en el planeta, instruyendose en el “huesconé” [1] de Québec y en el dialecto ingles de Seattle, aquel acento inglés que es más Canadiense que gringo; luego de descender por amores al sur del continente, encontró a los Guatemaltecos, y de ellos aprendió otro poco de Maya quiché, en fin, mucho fue el recorrido por la selva durante su juventud, mas dicen que de toda aquella jungla, desde un seco cactus de México vino su secreto. En el Cemanahuac estuvo un tiempo y cuando comprendió que para ser rey se requiere reinado, partió de ese país porque lo tuvo mejor como República, y así se vio envuelto en una paradoja de pensamientos contradictorios, la una por regir su voluntad y la otra por ayudar alguno otro; con éstos pasos lejanos vino andar sintiendo la necesidad de Oriente, y fue acercándose más a él, allí sin más esfuerzo que el que requieren los desvelos y algunos trabajillos bajos los soles del día, aprendió los tonos psálticos del Nipabúga-diquesóni [2], y tuvo por más fiel esa gama músical que las notas occidentales que escuchó durante su niñez; así fue que bajo el encanto de las técnicas ortodoxas pudo penetrar en las asambleas de Grecia, y entre ellos estuvo unos años; pasado un período en algún monasterio de Athos, mudó de lengua su convicción política y decidió partir hacia otras asambleas, y fue a dar el caso que como en ágoras también andaban en esos tiempos por España, fue a dar para allá, y allá en la Iberia anduvo recorriendola, retocando y corrigiendo los pleonasmos muchos que se mentan a diario en ese español. Mas viéndose encarecidamente pobre, juzgó por caro no confiar en su voluntad, así en esas razones de lengua languideciente ejecutó a su regreso, cruzó en preso los Pirineos y pasó jactando el verluengo[3] de Francia, allí clavado en tres polos su juicio de tal país, y sin permiso de ninguna opinión, mas con el consentimiento de todos, decidió que a Toulouse se le quitarán las ansias del rugby con tal que mejorara las cadencias de su comportamiento y no cayera tan a fondo en una simulación tosca de híper españolismos, pensó poco en Marsella porque la tuvo por menos francesa, y a Paris le quitó el camambert, porque con descubrió como ponerle más tinta a la capacidad de síntesis que los locales hacen en su platica cotidiana, pues todo buen parisino conoce que la frugalidad ayuda en cualquier ciudad del mundo, y que el hombre más que alimentarse de conocimientos requiere de comprender en donde yace el punto común de la felicidad en todas las culturas. En fin, allí estuvo en Galia por algunos tiempos, hasta que luego con más deber y temiendo menos, decidió seguir el Oriente, llegóse pues Don Jenízaro Dragomán a los suelos bellos, espinosos, mucho dichos y poco conocidos de Transilvania. ¡Y si supiese denantes lo que ahí le deparaba! , pues fue el caso que sin saberlo aprendió un dialecto del latín y otro tanto del mismo idioma original, lo cual estudio aparte para darse cuenta de la mucha medida en que se encuentra casi intacto el idioma original de Ovidio por esas zonas que abrazan desde el Mar Negro hasta la otra punta de los Cárpatos; en esas olas lingüísticas navegó Jenízaro el Dragomán por cuatro años, hasta que un día , harto de ver crujir y no explotar la mama liga [4], hizo estallar los ánimos de todos los locales, bailando tan bien su lengua como la conocía. Oleadas de Transilvanianos hicieron de nuevo la tierra como suya, y recordaron que la historia fue así; formando Don Jenízaro al punto de esa lucidez multitud de batallones henchidos de identidad, una vez vaciados de la nostalgia y recuperando el recuerdo de su familia · Don Jenízaron el Dragomán decidió proceder de ésta manera en aquella tierra, por ser dilatada la declinación Latina que los Rumanos tiene en su lengua, la cual alicaídamente se conjuga en los enigmas de la mucha inclinación que ellos hacen de su cabeza, pues en esos tiempos cortados eran sus ánimos y más corta iba la esperanza hacia su propia lengua, hasta que poco a poco en últimos casos también terminó por declinarse el denuedo de ese pueblo, y cuando llegose Don Jenízaro el Dragomán así halló a aquel pueblo; mas una vez sembrado el método correcto para escapar de esas dolencias locales que en todos lados operan, Don Jenízaro Dragomán tuvo por bien el dejar Transilvania e ir a montarse un poco más arriba, con tal de encontrar los misterios del Aoristo cerca de los montes Urales. Desde entonces que Jenízaro el Dragomán no ha vuelto a descender de las sierras, pues dicen los pastores que lo han visto que después de tanto buscar la felicidad, ha encontrado el infinitesimal que se esconde en el aoristo.


[1] Sépase para los que no sepan el buen francés, que por el harto clima los Quebecois han modificado su lengua, y procedieron mayormente en los cambios fonéticos debido a largo invierno, antes que la porción de la hostilidad del idioma inglés.

[2] Escala musical bizantina que la tuvo por bien conocida desde hacía tiempo, y que a luegos de entrar en contactos con algunos de sus maestros, supo pulir el acento occidental con el método que es por mucho mejor en la música de oriente.

[3] Dígase así en español la forma de inversión que los franceses hacen hasta en su lengua, volteando verbos en sustantivos, y adjetivos en adverbios, y tal punto ejecutan esto que algunos de ellos llegan a perder el sentido las frases

[4] Comida que el buen Jenízaro siempre disfrutó, mientras que los locales a pesar de serla tan suya nunca la valoraron tanto como él, pues Don Dragomán creció con las lluvias de las milpas, devorando el nixtamal del polvo de maíz, por ello tuvo por digna y honrada esa comida, por venir de un suelo por madre, y por ser la madre que nunca tuvo.

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