jueves, 16 de junio de 2011

Un plan Galáctico de Educación.


Si existe la época para diseñar un nuevo sistema de educación a través del Internet, es algo que busco, y a la vez trato de mantener día a día. El plan educacional que diseño es algo sencillo, aunque requiere de toda la seriedad necesaria.Como es sabido todo día comienza en las noches, desde que se monta el primer sueño, así que trato de no perder mi pensamiento nocturno y antes de acostarme acomodo una hoja en blanco y una pluma, de preferencia negra, raros días tomo la pluma azul, luego coloco el cuaderno cerca de mi almohada y la pluma en el escritorio, ahí la alcanza la voluntad de un estiramiento y no la de los movimientos involuntarios de la noche; sea día con despertador o sin el, este acto es el primer esfuerzo mañanero, tomar la pluma y escribir un sueño, un recuerdo, o plasmar el pensamiento en un estado de letargo. Para esto he calculado necesario un tiempo estimado de media hora, porque nunca se sabe cuando llegará un buen sueño o cuando el sueño se volverá pereza e impedirá cualquier levantamiento.

Ahora lo que intentó hacer es escribir una novela entre esas levantadas, lo que hago es lo siguiente: captar un momento que plasme la identidad de cualquier persona que haya encontrado en el día, esos fragmentos de carácter que se encuentran en la facultad histriónica de cada uno de nosotros; de lo que se trata es de impregnarse de todos los gestos del día, colocarles una mascara y asignarle a todos un solo nombre. Así fue como nació Nayeli, quien con el ritmo de los días adquirió una gama de hábitos y vicios que me fueron desconocidos, varias semanas dormimos juntos y nos levantamos al son de la pluma y el papel, hasta que un día se aburrió de sólo existir en las noches y en las mañanas, se fastidio de mi, y salió a buscarse por sí misma compañía, aunque al principio la separación fue triste, después un sentimiento de hilaridad me invadió con una razón desconocida, y sentí más libertad para pensarla y hablar sobre ella, noté día a día que desde que se fue de mi, podía comprenderla mejor. Siete días pasaron y seguí escribiéndole a Nayeli, una relación de remitente y destinatario comenzó, y yo no dejé nunca la cosecha diaria de ademanes, guiños, tics, posturas y todo tipo de aspavientos que encontraba en los campos de la cotidianidad, aquellos antiguos terruños en los que se crió Nayeli; y así fue que nacieron mis primeras dos libretas paralelas, la primera para escribirle a Nayeli, y la segunda para transcribir los sueños y recaudar las vivencias ajenas. En este ritmo cíclico de vástagos que se vuelven advenedizos, nació la bella Yeneli, el fuerte Semankak , Amancio el burdo, el Señor Feroa, Don Dracó el retorico, y finalmente Rita, y cuando menos me dí cuenta, estuve rodeado de un coctel de personalidades de todo el mundo, vi en la sonrisa de Yeneli una proeza de Elena, la Ucraniana, que hube conocido en los cursos de Rumano, el Señor Feroa estaba impregnado del humor picante de Cesar, mi primo el Méxicano, Semankak tenía el aguante de Igor el buen Makedonio, mientras que Amancio lo brusco de Jorge el Madrileño, del señor Gabriel, gran amigo Rumano, nació Don Draco y su elocuencia… mas a Rita no le encontré un carácter fijo, a ella creo que yo la imaginé. Con ellos ocho giraron mis días durante un mes y medio, no sólo yo me comunicaba con ellos, sino también entre ellos mantuvieron correspondencia, cada quien respetando su época, carácter y su lengua; Yeneli se comunicaba con el Señor Feroa por el sistema de telé-transportación con el que contaban en su tiempo, y cuando el Señor Feroa le mandaba un mensaje, se ajustaba a las leyes del correo electrónico y las correcciones ortográficas del Word 2003; aunque las tardanzas mayores eran las de Semankak, pues sus recados tardaban meses para llegar hasta su destinatario, los mensajes del Makedonio viajaban desde la India hasta Grecia, en un trayecto donde se desmontaban elefantes, amaestrábanse camellos y luego se cabalgaba sin estribos por el largo de las estepas turcas, hasta depositar el encargo en un Trirreme, barco que zarpaba al puerto de Constanza, allí, en el Mar Negro y siempre al punto, llegaba Don Dracó, cumpliendo con los tiempos necesarios para arribar a tiempo desde la bella Timisoara. Con estos alcances, entre ellos comenzaron a desarrollar amores y enemistades, historias todas de las que fui testigo, por que ellos hicieron de mi su vestigio, y yo acepté sus confesiones, las de cada uno, escuchando la intimidad de todos, con los turnos que asigna el momento inesperado y la buena disposición de una rica platica. Quienes eran los personajes principales de mi primer novela, fueron quienes más intentos hicieron de comunicarse con los demás y de quienes más confidencias escuché y por ende tuve la ocasión para escribir, ellos fueron mis pivotes y su historia se desarrolló con la naturaleza de sus personalidades, con aquel coctel mundial de histriónicos que un día comencé a colectar, y luego a transmitir, con tal de retribuirles a cada uno lo que hube tomado de los personajes vivos y de los otros, personajes de quienes también sigo aprendiendo para vivir la realidad.

Cada día me doy cuenta que en media hora uno puede decir muchas cosas, y más cuando la mente se encuentra fresca, como en las mañanas, o ya vacía como antes de acostarse; para hacer efectivo el tiempo solo es cosa de hilarlo y no dejar de escribir, yo he comprobado que sí la primera redacción empieza con líneas coherentes, normalmente el día lo voy hilando de la misma forma. Hoy me he propuesto leer el libro seis y siete de la República, luego continuar con el cuento que escribo para mi buen hermano el Chicho. Claro que estas actividades las realizo en compañía de la ecuanimidad, desde una sala de lectura y con las providencias del Internet, y cabe decir que para esto de la red también tengo mis métodos de operar: primero empiezo con la lectura diligente de la mañana, con obra en brazos y siempre bajo la técnica caminante del peripatético, andando con libro en mano y leyendo a los cuatro vientos, esto es mejor cuando se aplica por las calles, mas uno se encuentra con que a veces es trascendente un mapa, un diccionario, la enciclopedia, o lo que es todo, el Internet, con todas sus desventajas, el ejercicio de una caminata el cuerpo sí lo agradece, porque de veras es cansado pasar las horas sentado y fijando la vista en los encierros del ordenador, pues desafortunadamente todavía no se invierte para desarrollar el holograma de un mecanógrafo con el que se pueda deambular mientras se anda por las sendas de un bosque, escalando una gran piedra, o hasta la invento de una infiltración de red inalámbrica en las profundidades del océano, mientras un buzo busca, anota, clasifica y verifica todo lo que es y no es debajo de los mares. Este ejercicio será de los últimos que vivan en este siglo, a quien alcances años para llegar, mas seguro y será propio de las generaciones posteriores, quienes sabrán más que es escribir con las dos manos en un solo santiamén, porque la posteridad ejercitará más que sus dedos cuando se encuentre en el ordenador, porque en aquellos tiempos será de admirar a quien se ejercite siete horas diarias en el Internet, e irá ejecutando exactos tecleos al aire, cerrando y abriendo ventanas con los miembros, ojos y señales de cabeza, siguiendo el holograma como solista de una gran orquesta; el tiempo para esto parece lejano pero si toda nuestra Galaxia está ya cambiando, no veo porque nosotros nos mantengamos fijos en el ordenador, sin mirar hacia la posteridad.


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