I
Aquí comienza la miel de mi razón poder que mi primera voz pronunció para llenar
la intuición seca del siglo. Me presento. Como mujer soy apercibida y perceptiva
sin todavía saber el cómo y por qué se bendijo tan malditamente al género
nuestro de ésta forma, dando vida y siendo en ello más precoces que los hombres
para la caza, partimiento y manipulación de las almas. Cuando se es mujer uno
puede avivarse mucho en toda materia de vida, en especial en la de los hombres
aunque también estoy bien preparada para medirle las ganas a cualquier mujer. Soy
mujer encantadora del mozo que va incauto y libertadora de todo aquel que se
ocupa y preocupa en demasía. Soy quien libera la felicidad escondida en los
corazones, soy tan tornadiza en mi juicio y tan recta en mí locura como lo es
la esquina libre de la que en un día de ciudad nadie logra escapar el paso. Soy
mujer como el sol primero del campo que se asoma al amanecer de un día
laborioso dando placida sonrisa a la intencionada mañana. Acaloro y abrazó yo a
los hombres con la red de mis pasionales requiebros y he logrado durante mi
vida gozar el deleite de los amores carnales durante el lapso que ha sido de mí
voluntad y con quien ha sido mí gusto y pleno agrado, hasta que el amor otro
por la flor de la estrella humana y el racimo de la profundidad que olí en unos
ojos me hicieron entregarme totalmente más allá del goce estético e intelectual,
llenando la necesidad que mis virtudes propias no alcanzaron con un soplo que
lleva los pasos de mis pies andantes tan ligeros y fáciles como existe el helio
que sale del helio.
Hoy me veo muy completa, cuerda y
entonadamente dispuesta para contar y escribirte sobre cómo una guayaba
engusanada, como mi alma, gozo de su podrido gusano tan bienamente que
convirtiéndose en gusano dejó de ser guayaba para darse en cuentas que nunca
fue ni guayaba y que tampoco hubo sido gusano.
Empezaré
por decirte la virtud maldita que bendijo la desfortuna del tronco de mis días.
Voy a hablar de cosas grandes y van a abrirse mis labios para anunciar la
justicia que siempre busqué en otros y que sólo en mí pudo plenamente ser
juzgada. En el rizo de mi discurso no hallarás dialogo que ande rebuscando en
otros lados de tu razón algo que no existe ni en la tuya ni en la mía y aquí
veras pura intuición pura, llena con mucha memoria y conocimiento que adquirí
sin saberlo, sabiendo solamente que se me mentaba de loca y desfachada. Así todo
lo que quiero decir lo pondré de mí al teclado y del teclado a a través esta
pantalla tal como es que pasó y tal como es que lo pienso. Porque verás
historias muy verdaderas y leerás si pones buenos ojos un sinfín de cosas que a
mí se me escapan pero que aquí están ya dichas.
Bueno aclarado esto pasemos con lo
que sigue. El gusano que dejo de serlo de la guayaba que te platico es la
rectitud de mí perversidad que fue delatando una constante mejora sobre ella
misma, y paso de pervertirse a ser perversidad y de ser esto a desgajarse para
verse por dentro y fuera completamente como la simple larva que mejora en
machincuepas al gusano mil giros y en agilidad al gusano cien pies sobrepasando
también en astucias al gusano quemador, así fui yo pasando prueba tras prueba.
La decadencia y la degradación moral las dominé tan de buena forma que fui tan
buena en ser tan mala que se me bendijo malamente. Desde que nacimiento creo
que el recreo es el mejor provecho que existe para medir si un asunto es de
mérito para la economía real que juzga una sociedad libre, economía que
contabiliza como valor único la producción de almas completas que forman
aquella entidad social, cosa muy al contrario de lo que son las almas mochas
como las que hoy estan tuertas y cojeando tan infelizmente felices en la
fugacidad de mecánico trabajo que acosa los días en que ellos creen que el
acotamiento humano pasa.
Así llena de humanidad me vi desde
muy pequeña rodeada y antes que cualquier otro menester de los muchos y
variados quehaceres que se le da por hacer a la gente de éste mundo, yo aprendí
el más joven de todos los negocios y menesteres, que es el quehacer de la
maldad y no cualquiera de las maldades sino la más lozana de todas las
maldades, la maldad sicalíptica. Aprendí
a echar ojito falso al joven ingenuo y de buen porte y bonita cara, aprendí a
hacerlo mío y abusar a mí conveniencia de la gente cuando mi intención lo
supiera para mí provecho educacional o económico. Pues ya sabrás que soy muy
buena en esto de la nueva economía. El horizonte de mis ganas aprendió a crear
un filtro entre la razón y la lujuria para hacer prácticas mis cavilaciones,
mis deseos de comida espiritual fueron siempre satisfechos y mis ánimos de
emprendedora se vieron siempre recompensados, comenzando a tratar con las
gentes del mundo a través de éste pista que todos ven y que pocos siguen. Queridísimo
lector, sea como fuere que llegas a éstas líneas es mi deber decirte lo que te
prometí.
Desde pequeña vino a mí entender que
la fisionomía es juicio universal para juzgar la calidad y cualidad del alma de
cada persona, porque el cuerpo es la llave del alma y el alma es el candado de
otra cosa que desconocemos conociéndola, por eso es que sabía en qué mirada
atacar y en cual esperar el ataque para defenderme lanzándome mayormente yo con
la ventaja de mi victoria, y me instruí en esta disciplina mejor que el tal
Cleantes quien se dice era muy experto en tales estudios fisioálmicos, que así fue como después les tuve por mejor mentarlos
ya que aún no había clasificación para ellos porque léase bien allá en lo
antiguo que ni el mismo Cleantes en sus escritos dejó nombre de los hilos del
alma que conoció para formular esta teoría que yo practico como ciencia y en
los estudios de Cleantes sólo se explaya sobre cierta cualidad física del alma
que se transparenta por la geometría y el modo que hay en cada rostro, en el
tono de la voz y en la composición corporal. Sin saber de dónde me venía el tal
conocimiento fisioálmico tuve mucha seguridad para seguirlo por ver que
funcionaba mi pura intuición y de esta forma me eduqué en hacer amistades,
deshacerlas y en acercarme y alejarme de quien yo consideraba como tal o cual
persona, dando mano por conveniencia cuando era de mí interés, mintiendo cuando
la necesidad lo pedía y ocultando la verdad cuando era cuantiosa la ocasión
para sacar provecho de ello. Poco a poco ejerciendo ésta práctica fisioálmica
de mí intuición antigua vi mí mundo repleto de inmundicia a muy temprana edad y
digo inmundicia y no inquinidad a propósito porque mi maldad se instruyó
mayormente comenzando desde ahí, por una pujante y maldita conveniencia de
recorrer mucho mundo y penetrar sin así quererlo pero por necesidad intuitiva
dentro de los colores de las gentes y lenguas humanas de éste planeta trajinándolas
a cada una y conociendo los casos particulares de sicalipsis que habita en la
Tierra, y los conocí todos hasta hoy dominarlos perfectamente.
Esta soy yo,
mi nombre es Sibila, que quiere decir la que conoce el futuro por cinco lenguas.
Y no nací saurina sino que simplemente soy plenamente humana y es enteramente
la capacidad futurística la que distingue la humana raza del reino que llamamos
animal. Sibila Izbașa es mi nombre y mí flaqueza es la mentira pero también la
tengo y protejo como gran fortaleza porque con ella logré saber la verdad de lo
que soy ahora. Por fuerza y no por voluntad me vi yo forzada en aprender los
males de la vida y gracias a la constancia de mis malicias que encontré sin
saber el cómo y dónde el acto del bien, porque como pocos elegí alcanzar la perfección
en la iniquidad y ese constante y refinado trabajo en ello me llevo a un bien
escueto y luego a un bien más alto y luego al bien de veras así que mientras yo
injuriaba y construía mis males más finamente precisos dime cuenta que el mal
no se puede hacer tan bienamente y que de la estructura de mi alma sólo nacían
cosas tan bien medidas que supe que la planeación de mis prejuicios no eran
malos sino que estaba tan bien formulada mi maldad que fui llegando por la sola
avenencia de mi laboriosa obstinación a ser tan buena en ser tan mala que la tenacidad
y perseverancia me habían hecho virtuosa. Infiero esto que te digo, que al
verdadero mal llega quien el bien intenta tan malamente y la genuina perversidad
alcanza a quien procura hacer el bien porfiándose sólo de buenas intenciones
desganadas, quedando así todas las virtudes rotas y los pedazos del buen intento sueltos a la
inerme enredadera de su floja intención, expresándose todo su buen plan en una plana
y obstinada insistencia que no logra alcanzar nada.
Fue por este arte fisioálmico que
nunca revelé y del que hago revelación única y primera en a través y por medio de
éstos dedos que muchos de mis amigos y enemigos me consideraron experta en
variados artes y ciencias de la humanas, aunque para mí sus elogios eran una cosa
falsa por no comprendida porque formulaban todo su proterva desde el punto del
habla académico. Así que desde muy temprana edad me tuve mérito por adentrarme
en muchos asunto de la vida pública por verme la mayoría de voces muy
competente para pronunciarlo muy seguramente todo, desenvolviéndome entre los
dialogantes a modo muy natural en ambientes muy picudos y a modo muy picudo en situaciones
naturalmente de miedo y peligro. Luego se me reconoció como una muy potente oradora
y comencé por eso a escribir pero antes de ser escritora, pues me digo
escritora desde el momento en que comencé por necesidad a escribir, aprendí
muchos oficios dominando al fino uno solo. Yo lo llamo el oficio del vivir. Digo
que si tú quieres entrar en éstos mismos pasos es necesidad que sepas que yo hube
realizado otros muchos trabajos que la vida me trajo a cuestas de dónde ahora
me doy cuenta haber aprendido la gramática de la vida. Así que es menester
comenzar en tú saber a quién estás leyendo y en yo hacerte saber el cómo fue la
educación que estan forjando éstas letras en las que apenas llegas adentrándote.
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