lunes, 7 de octubre de 2013

SIBILA (capítulo II)



II

Sobre el cómo la falta de apego a todas las artes y mi repego a la vida pura en todas sus formas formaron mí persona.


Sabiendo que el mundo se compone de cosas que la lengua nuestra llama apocadamente sustantivos me decliné muy pronto a dominar el idioma extranjero que mucha fama tiene en desgajarlos, digo a los sustantivos y no a los extranjeros porque a veces se pueden entender mal las cosas que se quieren decir, así que decidí entregarme a éste estudio con tal de adquirir la flexión y la plasticidad de la existencia en carne propia y en los elementos que componen la naturaleza interiormente entera. Con este motivo dediqué dos años de mi vida al estudio del latín.
Fueron las situaciones estas de tomarme literalmente todo muy en serio por las que en mi vida me padecí mucha enfermedad de crítica y fobias ajenas que me me adjudicaron sin nunca pegarme yo a ellos. Tal fue mi mayor padecimiento pero ten por cierto que fue este hecho de tomarme todo muy en serio por lo que también aprendí de todo con pasión y en extremo, y si algo aprendí de las declinadas clases de latín fue a no bastarme con las copias y requemados de las ideas originales porque me instruí a leer en original al cardenal Nicolás de Cusa, autor que mi tía Subi Maria me daba para leer y que en el pueblo dónde crecí sólo se conseguía en traducciones del original a otro idioma, y de ese idioma a otro y de éste por fin al español nuestro.
Sabiéndome dispuesta me consideré preparada para dominar las declinaciones del latín yendo directa al original de un libro en donde el cardenal Nicolás trata sobre su ignorancia, que es cosa muy curiosa de tratar no por el tema sino por el cómo lo trata, en fin, este librito de la docta ignorancia despertó en mí un hambre por encontrar las recetas del alma platónica, receta  que poco a poco fui ejercitándolas en el cotidiano llevándome en su curso hasta encontrar las más novedosas formas de este pensamiento, primero di con la geometría no euclidiana que desarrolla el Nassim Haramein al indagar sobre la estructura de aquello que se dice vacío, logrando agarrar la fuente de la energía primaria que esconde la forma primera de todas las cosas. De este Nassim aprendí mucho pero más me regodeaba en leer sobre materia de economía porque mi tía Maria Subi me colocó como única obligación y tarea durante mis clases el leer un tal librito que se llama, ¿Así que quieres aprender economía? , y claro que al principio mi respuesta fue rotundamente que no porque yo venía a dominar las cosas del mundo y que por eso había querido tomar clases de latín y no leer el libro aquel de economía, pero te digo que fue muy de provecho el haber seguido la norma de su consejo porque en lo que va de mi vida he sacado mucha ventaja por el conocimiento que me trajo el estudio de la economía física que el senecto Lyndon Larouche hubo retomado desde la ciencia que olía Leonardo el de Vinci y que puso en ejecución en Rusia con el desarrollo de las en tal Godofredo Leibniz. Este conglomerado de gente que mi tía me descubrió lo asimilé de pequeña en la única forma que se puede asimilar a esas edad y cualquiera, es decir lo aprendí por medio de machincuepas, trucos gimnásticos, tocando uno que otro instrumento musical y desarrollando habilidades corporales aprendí a manifestar no escritamente lo que había leído, y lo hice todo visible a través del arte de la acción cosa que no supe en ese momento que estaba pasando porque ya adulta  me descubrí única en hacer esto y sola en mi descubrimiento. Y me dispuse a indagar inconscientemente sobre cómo asimilar el conocimiento teórico de la armonía del mundo en mí propio cuerpo y como manifestarla para que los demás así la descubrieran en sí mismos sin ensimismarse haciendo ésto con una entera inocencia y total entrega que hasta hoy es mi organismo un rito continúo porque casé a mi alama para todo lo que va de mí vida con su cuerpo. La vida es un desconocimiento en el que se nace sabiendo solamente que se nació pasado un tramo de ésta. El secreto está en olvidarse continuamente y dejarse sorprender por el hecho de estar vivo y si la persona humana no practica este ejercicio no logrará mantener la cordura mientras la vida le dure.
Hay verdades pero abundan los engaños y trampas para los que recién nacidos llegan a éste mundo repleto de vivida gente que habiendo nacido primero coloca fijamente su confort a costa del esfuerzo de los demás, y que los otros me engañen pudo pasar, pero que yo a mí misma me llegue a engañar es cosa para no permitirlo. Viendo pues este retablo de leyes gramaticales tan sólidas que pinta la vida y viendo también que la sociedad las considera tan descuidadamente necesarias para vivir, dediqué desde muy jovencita a mejorar mi voluntad en el arte del vivir y por esta razón tuve por bien el hecho de abandonar mis clases de latín para dedicarme con empeño a la declinación innata que me regaló el destino por manipular, organizar, clasificar, guiar, inferir y  accionar en los elementos de la naturaleza. Pero he aquí que tenía la primera dificultad que el mundo me puso para contradecirme. Mi madre.

Para mí recia madre Caterina de Tecomatlán no era opción el abandonar mis clases y por más cuerdo motivo que el explicase sobre lo que mi tía enseñaba sin saber no iba yo a ablandar con cariños a la piedras así que diseñé un plan para lograr convencerla a través de dulces alrevesías pintadas con muy rectas intenciones para que ella no tuviera detrimento en que yo dejara mis estudios de latín que mi tía Maria Subi daba en pago por una deuda familiar contraído con mi madre a través de mi padre. E hice éste mi primer gran plan de fuga a la edad de los siete años, sabiendo que de seguir siendo de esa manera educada el transcurso de mí vida mí espíritu iría andar muy tapado en reconocerse y en reconocer de veras los elementos que yo tenía hambre por explotar libre y naturalmente. Me pasaron los días pensando el cómo y el cuándo iba yo a soltar mi punzada y llegó entonces el día. El sol se le paró a mi madre en la cara y yo me acerqué en ese momento a mí madre que estaba haciendo el menester de la cocina y dije algo así.
-Mama que rico huele el arroz, pienso que para la próxima con el curry, algunas almendras y champiñones guisados con ajo y cebolla podrías darle mejor sabor al arroz blanco.
-Que bueno que te gusto mija, pero el arroz no lleva almendras ¿quién te dijo tales desfachatez? El arroz es arroz y las almendras sólo en cereal y por las mañanas, y sólo dos o tres porque sí te pasas te llenas de grasas.
-No son grasas dañinas. He aprendido muchas cosas con mi tía Subi.
-Sí mijita tu tía Subi es la mejor maestra que pudimos haber encontrado para que te educara en tú capricho del latín pero la sopa de arroz déjamela a mí y a tú tía déjale todo lo que vas a necesitar para estar preparada en gramática. ¿Cómo vas con tus clases?
- Bien mama, empezamos hace dos semanas a leer a un escritor latino muy famoso que escribió un libro muy conocido que gracias a él sabemos que la orbitas son elípticas y el libro me gusta mucho, se llama La nueva astronomía, lo escribió Kepler. Ahorita estamos haciendo experimentos con unos aparatos que miran las estrellas porque queremos descubrir cómo hizo Kepler lo que hizo, que según mi tía Subi demostró que la teoría de los epiciclos de Ptolomeo, Copérnico y su maestro el nariz de oro don Tico, estaban equivocadas. Mama Kepler sabía de muchas cosas… ¿tú crees que también sabia cocinar?, seguro sabía esa receta que mi tía hace de arroz con almendras y curry y hasta seguro que de ahí de lo que escribió Kepler mi tía la aprendió.
-  ¡Ay Leona! , tú y tus cosas, mira mija tienes que preocuparte por el futuro y no por esas sandeces, que sí, sí estoy segura que te aportan algo para cultivarte pero no te lo tomes todo tan en serio, ¿quién te dará para comer cuando no esté yo cocinándote?,¡ah! ¿no va ser el tal quepler verdad?, y ni tengo yo narices de oro para empeñarla al primero que pase así que preocúpate más por ahorrar para cuando este grande porque sólo así serás una persona de provecho. Tienes que saber que tu tía Subi es la mejor maestra en latín de todo Chapala pero mijita yo aquí en casa soy quien hago la sopita de arroz.
-Mama… quiero dejar el latín. Quiero aprender a cocinar, cocinar arroz como tú.
-¿Qué quieres qué!. No mija huevonsitas aquí no si ya aprendió lo de con su tía se va para con su padre a la pesca.












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