Soy del parecer que si un tronco flota por entre las pesquisas del océano, es porque no hace mucho tiempo que le deparó la suerte de los vientos tal naufragio por la mar, otros leños históricos existen que por la podredumbre del tiempo han sido ya sumergidos en lo hondo del océano, mientras los maderos vivos de la historia estamos surcando en la superficie donde se pasean los barcos y sus navegantes, desafiando las corrientes tóxicas actuales que se presentan en los pequeños riachuelos y en el alta mar - aquel leño que navega por las mareas actuales de nuestra historia es la crónica Europea, que por ser de entre todos los continentes lugar último donde entraron en bifurcación las civilizaciones humanas, [1] guarda en sus archivos las anales cronológicos de los más frescos tiempos de la humanidad, como si un árbol ya viejo que habiendo pasado de su condición para dar frutos, encalara su inflorescencia por los suelos para que con el rocío del conocimientos se polinice a la humanidad en otros espacios y en otro tiempo, mientras aquel árbol ya viejo, desojándose de sus flores pasadas se mira en el espejo que refleja la mar, y se mira joven aún, henchido con la raíz de la vida por la que todavía está sujeto en las tierras de su condición actual, pero desde su condición sigue mirando a la mar y percibe entre las revoltosas aguas del tiempo aquellos leños históricos que remuelan las aguas de todos los océanos, los de América, en Asia, y África, troncos en donde antes germinó la infrutescencia de la humanidad con todo el esplendor y conocimiento que ahora portan los dichos Europeos, aquel árbol ya viejo de la actualidad que contempla hoy en añoranzas el lejano ayer que aún se huele en todos los monumentos piramidales, en las estructuras sociales y en las religiones que hoy siguen plantadas en los suelos donde alguna vez germinó la semilla eterna del arte y la ciencia, y todo está germinación pasó con tales formas y tal magnificencia, que desde aquellos continentes se esparció en las demás patrias la semilla que dio frutos en la ya madura Europa; ésta pepita seguirá vagando con la voluntad única de los cambios perpetuos y sembrándose en la marea ubérrima del hombre y su existencia, así van los troncos de la humanidad todos cortados por igual y vagando en la alta mar, ya los unos esperando a que un batel prodigioso nos divise o ya los otros sin esperanza, sumergidos en las profundidades de la antigüedad, rebosantes leños de culturas que hablan con los poros a borboteos desde el calado y hondo azul del mar, es este pasado recóndito que en los momentos de tensión otorga el oxigeno que requiere la curiosidad para que ella brote en las eras posteriores, y así sea una inspiración el trabajo que en otras épocas el hombre pudo lograr, a través del entendimiento de la unidad en el universo, y el alma propia de la sociedad - desde dentro hablan éstas recónditas y porosas cordilleras de leños que se encuentran en las cavernas acuáticas de la historia de los continentes, como el que es mi casa, y la casa otros muchos, como es la vetusta historia que hoy silencia América.
¡Pero Ea! , paren estos hechos, ¡ Y dígase nueva a la civilización del llamado viejo mundo! : dígase así a Europa, mas sólo para percibir que las culturas se bifurcan, y cuando el tiempo llegué para que la hija de Agenor desagüe todo fruto en los siguientes campos fértiles que dicte el espacio y la voluntad perpetua, no se llame entonces viejo al nuevo mundo donde llegasen a surgir otra vez las historias mismas que las dichosas migraciones cósmicas portarán, porque entonces el tronco común que es desde lo hondo y es hasta la superficie de la humanidad no volverá a verse, aquello que es sempiterno y constantemente cambiante no se percibirá, y si en tiempos en los que hombre explore otra cromosfera que la de nuestra estrella se dijese viejo al nuevo conocimiento, habrá posibilidades de matarlo y en consecuencia se perderá junto con la ilación histórica de nuestra especie, luego si no dejásemos alguna pista para que la posteridad siquiera pueda intuir que algo existió antes que ellos, mejor o peor, pero que se sepa que de igual forma en aquel mundo de donde se provino a todo se le llamó humanidad.
He aquí la errata grave y usual que comente la mayoría de los dichos Europeos. Sépase bien (como mal se sabe), que mientras escribo estas líneas y el suave y esforzado lector se sirve ameno de ellas, ¡nos estamos viendo todos en las mismas! , es para decirse, ingeniando métodos con que los ingresos del mes sirvan para dos, o ya nosotros los menos cristianos y más devotos, que ayunamos involuntariamente con la voluntad del sacrificio por dineros obligado, esperando que se torne con el pasar de los días en una costumbre o que de otra forma, llegue la fe y con denuedo penetre la ciega intención del ayuno para ejercerla con naturalidad, como toda religión profesa; pues es de saberse, para todo aquel que se imagine a su diligente servidor, ya hijo, ya hermano o primo, ya amigo o en mayor de los casos conocido, es él en fin, el presente que se sirve de éstas líneas para decir que no las escribe casualmente por no tener menester u otros asuntos por la red a las que dedicar su tiempo, porque no sin consciencia se dispone a lanzar al vacío de los cuatro vientos siderales las letras que exige el actual cambio social, mas es de estimar mi atento y diligente lector, que tu fiel cronista se ve él mismo rebuscado en los sudores del pensamiento cotidiano, cuando el alma del sentido común lo invade y le exige una solución al genocidio y a la estafa social que se ejecuta día a día.
Y entre estos ardores históricos del espíritu y otras concatenaciones más, voy cocinando un pensamiento que borbotea para distraer el tanto alboroto, fiel le sea yo a la paciencia y también al seguimiento de una buena receta para servir de ella, con tal de plasmar aquí tal y como fue la cosa y el hecho, en fin, utilizando todo método que servirá en el plato principal de nuestro tiempo la justicia para cada comensal – suave y esforzado lector- dígase entonces el siguiente pensamiento que ahora lanzo, que por no ser mío me lo adjudico, pero porque sus causantes no reciban el jo de tus pendones y el macho de la cabra a sus razones, mas si por otras artes fuere que no por mí, si no por ellos percibieras tú nutrición alguna para el espíritu en este yantar de letras, ¡sean luego éstas palabras y sus hechos en enhorabuena! y que sea para ellos la estima del haberme puesto a cocer el pensamiento cerquitita de donde habla mi alma.
Capítulo I
Sobre como los amigos me incitaron a escribir este levantamiento y unirme a su revolución que luego hice mía.
Viéndome yo un día con los suficientes dineros, acumulados los esfuerzos y otra tanta proporción de buenas suertes, bendiciones y todo aquello que a Dios sólo designa, víme con la idea aquel de entrar por vez primera a suelos europeos, y estando ya en talante de viajero con mochila a espaldas, siendo yo joven llegué, que aunque animoso ignorante, y aunque ignorante era animoso por saber el por qué de aquellos silbatazos como de festival, soplaban los alemanes en el día exacto y en lugar de mi llegada, es de saberse que el día fue por los de enero del dos mil siete, y el lugar en la plaza de la Hauss Römer sede del ayuntamiento de Frankfurt; y a estas andaba viéndome imbricado en aquel alboroto, que ya bien mirando vi que no era un festival, si no la protesta de la población local en contra de los ya famosos recortes presupuestales, a lo pronto me saludo una joven bella y animosa, que luego hice de no ignorante, porque aunque estando en la órbita más lejana de toda aquella algarabía, me platicó de lo que en ella se trataba, y con la dulzura y cortesía que sólo una austríaca sabe transmitir en los suelos federados de Germania, dijo que el motivo en la distribución de sus panfletos (que iba dejando de mano en mano con intenciones de pescar alguna conversación) no eran más que las bases para organizar el sistema financiero a nivel internacional a través de la sensibilización del alma con los principio del arte y la ciencia.
-díjome aquello y otras cosas más sobre el mismo asunto, que como todas ellas eran puestas en una sola materia, la seguí hasta Berlín-.
Capítulo II
Donde la dama aquella que conocí me llevó al estudio de lo que eran intuiciones pasadas, y que ella misma, junto con demás amigos de ella, y que luego fueron míos, invitáronme a organizar una revolución, o a ser participe en ella.
De aquel encuentro pasaron tres años y en ese tiempo conocí amigos que me colocaron en mis quicios, y como el mismo derecho de amistad yo tuve , coloqué otros tantos en ellos, así fue que pasó el tiempo luego de aquel encuentro del ayuntamiento en la plaza de la Hauss Römer. Como pude avancé entonces en los estudios que me hube propuesto, sin detenerme un tanto por aquel sistema educativo y sus temporadas de exámenes, que de aquello ya poco me preocupaba, pues mi único desasosiego era la ejecución de las técnicas que vi en la preparatoria, de modo que remordía la consciencia todos aquellos artificios de los que se usaban para engañar a mis compañeros, y que mientras estuve presente en las clases, no acepté que se ejecutara en mi salón un método falso para entender qué es la verdad. Sea pues que este periodo de tiempo de tres años, se diga que me consagre a la compresión de aquella confluencia que Dios me deparó en la plaza Hauss Römer; porque el sólo se sabe por qué, y fue de Pia (que así se llama la joven y animosa dama del ayuntamiento en Frankfurt ) que entendí por vez primera que para llevar a cabo todos los ánimos de un cambio social, se tiene que tener no cierta, sino segura esencia de la geometría, música, algebra y la dialéctica, (luego yo añadí la gimnástica) que siendo en aquella unidad de materias un aprendiz, el maestro de aquel arte llámasele Estadista o Poeta, en fin en conjunto significa legislador de los mundos humanos para su buena mesura y protección; y como nunca me abandonó el animo: porque el sólo se sabe por qué, me dispuse a la diligencia del estudio y abandoné el miedo de ausentarme de las enseñanzas oficiales, que como las mire concebidas para este mismo sistema, y como ví el sistema perdido en su propia corrupción, supuse que aquello no era bueno, expolie entonces de mí todo temor de incertidumbre económica, esa bruja con la que asustan a los estudiantes para consumir su espíritu con los simulacros de una pérfida bandera, blasón de mentiras que izan para colocarlo en la cima de la misma pus donde salpica la ignorancia, miasma que desde los siempres de todos mis recuerdos aborrecí.
Capítulo III
Sobre de lo que ahí aconteció, en el lugar donde resuena de más cerquita el alma.
Habiendo dirigido Pía mis pasos hacia el grupo de personas que simulan aquellas cadencias del método de estudio que ella misma me propuso, fue que decidí enteramente mudarme desde Zapopan a Azcapotzalco, es de saberse desde provincia a capital – aquí, suave y esforzado lector- no es menester de mis alcances el hacer referencia de todo lo que ocurrió mientras conviví y viví de cerca con los Méxicanos de mi siglo, porque sólo me doy por entendido si se entiende por la anterior expresión de los Méxicanos del siglo lo que sigue: siendo el año del dos mil nueve con la fecha de febrero o junio (o en algunos de esos caluroso días) caí en cuenta que Patria hay una y que patriotas hay pocos, fue entonces supe que la calle Morelos 60-A, en el afamado barrió de San Andrés, cerca del centro de la delegación, y más aún del metro Azcapotzalco, en aquel lugar hubo y existe aún, el nido donde se aposentó el espíritu de Xiconténcatl, sépase líder de Texcoco ( que aunque se le ignore aún) como hoplita lideró a su Estado para luchar en contra del imperio que los subyugó, mas luego que el mismo Xiconténcatl cayó en cuentas de haber hecho alianzas con otro imperio de aún de mayor envergadura con tal de derrotar al primero que los quiso denantes someter, fue que denunció a Hernán Corté su espíritu a favor de la dignidad del hombre y de los quehaceres con la divinidad que al alma atañen, y como en América ya se conocía
Capítulo IV
Donde se exponen los sucesos actuales y el desenlace de la historia presente, que con ánimos de donar esperanza a la posteridad, se espera un atento esfuerzo del lector hacia la diligencia.
Siendo casi el mes julio del año dos mil once, el presente redactor de ésta crónica se dispuso a contar las peripecias sobre como es que los amigos le invitaron a levantarse en revolución hace ya cuatro años, y siendo éstas letras mis alcances para poner fielmente el relato que es necesario saber para que al lector le lleve menos de cuatro años en purgar cualquier ignorancia que se encontrase en los indicios de su vida cotidiana; por eso y otras razones que hoy me dispuse a escribir éste relato para el atento y diligente lector, ¡sea pues éste el primero intentó de algunos otros que vendrán!, en donde propongo al esforzado, que por no verse en periodos tan largos como los que me vi yo, comience de inmediato a seguir el camino más corto por el que ahora van a parar todos los caminos de la humanidad presente, en si, que a poco se vaya expélanlo su alma de esos huecos temporales que dejan los vagos pensamientos, los cuales se manifiestan en todos los titubeos y movimientos que demuestran el desorden en que se encuentra el espíritu, y trabajando entonces con la ecuanimidad, el dialogo no vano y la sensibilización cotidiana del alma, se lea pues el siguiente texto:
"Lo que no encuentres aquí no lo encontrarás en ningún lado"
(repítase la frase tres veces, cada tres de silencio en un día, todo hágase por intervalos de una semana, durante doce meses al año, que en fin, se haga)
Frase tal que no es la continuación, sino el principio de la nueva rebelión de Las Bagáudas que aquí plasma el alma, solo como Dios sabe por qué.
[1] Una idea sobre el gran adiestramiento marítimo del que las antiguas civilizaciones de otros partes del mundo carecieron, es imaginar al mar mediterráneo como una alberca en donde el hombre aprendió a nadar antes de echar nadadas al mar, pues es privilegiada la protección que ofreció a los navíos antiguos, ésta superficie de agua no tiene parangón con otro territorio acuático y ofrece las posibilidades únicas a sus habitantes de realizar avances náuticos con la eficiencia, confianza y confort naturales que brinda la posición del mar mediterráneo, es por ello difícil de imaginar otro lugar del mundo donde las estepas asiáticas, el desierto africano y los terrenos Europeos hayan confluido de la misma forma en otra parte del mundo; porque ninguno de los océanos es tan pequeño para brindar esa certeza casi maternal de realizar el comercio marítimo con el amparo de tres brazos continentales, como lo son los últimos dedos del Asiático, los principios del Europeo y abrazados en fin por el calor de África. Por ello dícese que los Fenicios alcanzaron tal desarrollo de conocimiento marítimo que llegaron al continente americano mucho antes que el afamado genovés, de ésta y otras historias hay aún más.
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