viernes, 12 de octubre de 2012

Santa Sicalipsis.

Hace ya mas de un año y después de algunas experiencias de monasterio en algun lugar de Transilvania conoci a el rito de la Santa Sicalipsis.


Hoy llegando de nuevo a casa, a mi morada Timisoara, me di cuenta que ni siquiera valieron de muchos mis rezos allá en Sebes, pueblo perido por los que encontaron un lugar en los Carpatos para levantarlo, todo ese recorrido al monte lo hice con tal de que las cosas aquí en el complejo estudiantil mejorarán, mas Andrei sigue atrapado al televisor y en él veo la totalidad del pueblo rumano, lo miró con su esperanza ciega, incapaz de percibir la concepción del tiempo o la existencia de un espacio entre el y yo, incapaz de ver siquiera un pasado tan corto, que ya por caprichos mentales o negaciones del sentimiento a los rumanos les parece remoto; las pruebas del pasado las tienen tan cerca de sus platicas que concientemente con temor continuo tratan de mantenerlas en el pasado como si el comunismo en Rumania fuera ya lejanamente olvidado, allá colocan todos esos miedos, en un rincón donde se cuenta la  leyenda de un país que existió, de un mundo Rumano de gloria y ventura ahora desconocido para la generacion de Andrei, un estudiante de teologia de tercer semestre, mi compañero de cuarto.

Me lamento yo un poco, porque después de algunos tiempos en aquellas montañas, estando contemplado meditativo a las alturas del lago en Oasa, no pude ni con la fuerza trantica de los cánticos bizantinos enderezar un poquito del espiritu de Andres, que apesar de ser un futuro teologo con papel en manos decidio a no desafiar las montanas y aquedarse estos dias solo con el televisor, asi en Rumania los monjes siguen apartándose de la sociedad y nosotros en queriéndo alcanzar su dicha, ellos se van por andar acercándose a la monada a la unidad, mientras que en el trayecto el ciudadano y el asceta se contemplan, se cruzan, se interceptan, sabiendo ambos de su lejanía, a plena conciencia de estar totalmente en polos opuestos dentro de aquella monada esfera, pero apesar de estar en los lugares opuestos ambos sueñan por encontrarse en el centro de aquella divinidad. Unos persiguiendo el centro y otros alcanzándo la velocidad de su circunferencia para darse una idea sauve del nucleo, ambos conocen que ahi en su interior se encuentra un pedacito de divinidad. Y porque aquello lo tengo por seguro y a mi en mucho me tengo con menos palabra para decirlo, fue así que dejé Timisoara para llegar a una zona de lo Cárpatos y concentrarme en una sola idea durante tres días y dos noches. Hoy voy llegando amigo, me confieso para decirte que no mucho ha cambiado mi hogar después de unos cuantos rezos y otras tantas platicas en el camino, descubrí que la gente que normalmente va para allá a los monasterios tienen por mejor aventura las comuniones que enlazan las almas en los diálogos que se cruzan entre hombres y mujeres, porque allá en aquel monasterio en Transilvania, poco se puede hablar con los del otros sexo y cómo nos acumulamos juntos buscando divinidad, por mucho se tiene a la mujer que poco frecuenta las ánimas del sonsonete y las bajezas de las conversaciones que con tal alto sonido se pueden hacer en las ciudades, asi que el hombre aprovecha para encontrar alla en su lujuria un lugar para su santa, e imagino algo así pasa también con la mujer que al encontrar más que rudeza en el hombre monaco, descubre que la fortaleza espiritual pudiera propalarse por esos huesitos viriles de abstinencia, en fin, al final me di cuenta estando alla y regresando aca, todo termina en una sicalipsis monadica o en el placer citadino de una sensual cafe.
De todo esto amigo mío me digo testigo y a ti lo platico tal cual como lo vi y lo escuché más de una vez, teniendo ya probado el manjar del sexo más de alguna vez y también a sabiendas de lo que significa el continuar de un largo beso que se va escurriendo en el alma de ambos, en el espíritu de uno y en el cuerpo de los dos, sintiendo en la sin pronta lo que es el Amor continuamente moviendose a voluntad de un ritmo y una melodia sudorosa, mutuamente en placer acordada. Si a ese amor mortal estamos condenados la gente como yo, aquello que comienza a través de la observación, la picardía, el silencio, los términos del prejuicio, la diligencia en las pláticas y la plena disposición para de cualquier forma estar dispuesto a comenzar un dialogo y a terminarlo con una dirección precisa que el otro desconoce pero que ambos estan dispuestos a aceptar, si lo comprobe en Transilvania, tambien en un monasterio se puede hacer el Amor. Te lo platico hoy caro amigo porque soy de los mortales que hubieron gastado su vida en las pesquisas de las platicas, andando en cada tierra escudriñando conversación, sembrando verbos por tierra pisada y dejándolos todos con esperanza de que accionen después luego de la partida, todo dispuesto para que crezcan a su voluntad y alegría: aveces los veo de lejos coagulándose en el horizonte en una sola silueta humana, ello lleva en sus pasos los rasgos de la humanidad y aquella silueta de verbos camina con un nombre mortal,  por cumplir con las denominaciones terrestres y por simular un poco su verdadera identidad, aceptando a voluntad fundirse con todos en uno y llevar más allá de las platicas todos sus recuerdos, es cosa que pocos se conciben y muchos niegan hacer, por ello te digo a ti, caro y amigo lector, que me considero un desconocido, por ser de esos mortales que nacieron del verbo y estan dispuestos a llevarlo y morir en el.
Poco cree amigo a éste que no teniendo nombre te coloca a ti uno y te asigna el adjetivo de la amistad para confesarse a sí mismo un poco más fácil, y para saber si ya en tiempos tuyos se hubo cavilado la manera de comunicarse con la simultaneidad de otras formas que hoy cumple la escritura, pues tengo por seguro que si llegando algún tiempo llegases luego a poder buscar más a fondo lo que yo ahora no encuentro ni un monasterio de Transilvania ni en la ciudad, lo harías con harto placer si tuvieras como ahora todos los datos a tu disposición y la voluntad a cuestas, llegarías entonces a cuentas que lo que hoy digo es verdad o quiza mentira que necesitaba ser dicha especialmente para ti.

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