martes, 14 de junio de 2011

Una Europa Federal

Se dice que los europeos no conocen el federalismo, que si acaso les quisiéramos transmitir la idea, sólo sería en lengua bosnia o alemana, pero es que olvidan el federalismo Ortodoxo: su Autocefalía, y nuestro tributo católico a Roma.

Si los americanos no hemos podido llevar al plano religioso la autonomía política que hemos alcanzado, los europeos no han logrado llevar al plano político la libertad religiosa con la que pregona la Iglesia Ortodoxa. Hélas!! He aquí el primer paso para construir la Europa rebosante de Republicas Federales que Inter-Alpha tanto teme, he aquí el ejemplo para que los dineros de la basílica de la Guadalupe paren su trayecto a Roma y se vuelvan Federales, oséase, para desarrollar educación e infraestructura al pueblo donde se pregone. Es que los Ortodoxos sí son desordenados, pero porque la mano invisible que controla el mercado no quiere ese ejemplo de orden en los futuros Estados nacionales Europeos, pues las divergencias Ortodoxas y Católicas, van más allá de la forma de santiguarse de los primeros, que lo hacen con tres dedos y de derecha a izquierda, va más allá de las rectas góticas y la abertura polifónica que permiten los católicos, el asunto, como casi todo asunto, termina en los dineros y empieza por ellos.

Claro que será un esfuerzo tremendo para poder comprimir el néctar de un enjambre federal en la diversidad europea, pero si la semana pasada en el monasterio de Uas, en algún lugar de Transilvania, ofrecimos una Priveghere, fue para que esas cuatro horas de cánticos y rezos nos hicieran olvidar el peso de nuestras piernas, para transportarnos a un nuevo estado de consciencia; por eso veo muy posible que algún día se organice en todo Europa una Priveghere colectiva, como llama la lengua rumana a esta larga meditación Ortodoxa, quizá ello sea el camino para llegar al nuevo estado de consciencia que exige nuestro tiempo y por fin terminar con la larga pesadilla monárquica, ya parlamentarista o constitucionalista.

Desafortunadamente hoy son pocos los rumanos que conocen los ritos Ortodoxos, porque mucho mundo ha perdido la fe, y esto es algo que se contagia, transmitiéndose como peste por todas las religiones. Yo regresaré en dos semanas a Sebes, para llegar hasta aquel monasterio de Transilvania, y orar en otra Priveghere por la Europa Federal.

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