martes, 7 de junio de 2011

La Gitanada.

“…Que las madres imbuidas en esas ficciones poéticas, no asusten a sus hijos haciéndoles creer a fuera de razón que los dioses andan de noche por todas partes, disfrazados de viajeros y de vagabundos porque eso equivale a blasfemia, haciendo a los niños tímidos y cobardes…” [1]

Uno de los grandes traumas del consciente colectivo Europeo, es la migración que se suscita desde el largo ecuador de las estepas asiáticas, quienes buscaron desde antaño todas aquellas esperanzas y recursos que no pudieron encontrar en la tierra que una vez los vió nacer. El desarrollo de esta psicosis colectiva no penetró el consciente de los Americanos tan profundo como en los Europeos, pues el ancho de la tierra que abarca el ecuador de nuestro continente, es en algunos lugares tan estrecho que el destino natural de los pueblos migratorios llegados a América solo permitió su división en dos tipos:


Los científicos: aquellos que poseyeron el conocimiento de la navegación para migrar a nuestro continente desde ambos océanos.

Los Polares: que llegaron con la fría ignorancia que se cultiva en suelos del hiperbóreo, y decidieron establecerse de una sola vez para fijar su morada en los brazos de los trópicos.

He aquí la calurosa y vasta franja asiática en la que reposan las pesadillas de identidad europea, cuna de los pueblos migratorios que en diversas lenguas reciben el mote de Gitanos. En algunos países las fluctuaciones de estas comunidades nómadas se concentra en una medida tan grande: que con bandera gitana hoy saluda a la barca europea la tripulación de Rumanía. En la situación actual no sólo el pueblo Rumano sufre problemas de identidad, pero es de admirarse como este achaque de la Identidad propia y nacional se encuentra tan arraigado en estas zonas de los Cárpatos; a mi se me dio la oportunidad de compararlo con México, pues hasta ahora no escuché nunca decir a un Méxicano que su país fuera peor que el estiércol y aunque existen semejanzas económicas para sustentar éstas injurias, la opinion que ambos ciudadanos tienen con respecto a su país es el ejemplo de dicotomía con más lavado cerebral que George Soros pueda ejercer en Europa del este: el ejemplo que conozco en persona es mi buen primo Cesar, un Tapatío que cuando habla de la patria se dirige con un sarcasmo tan agresivo, fino y perspicaz, que logra burlarse de su madre mientras le jura una deseosa fidelidad; por el contrario, en el tiempo que llevó en Rumanía, no existe el día que no me acueste sin haber escuchado a un mínimo de dos personas que quieren dejar urgentemente su tierra, a un nuevo conocido que me pregunte que es lo que vine a hacer ésta porquería de país, en fin a otros tantos rumanos que son la causa de mis pesadillas diarias en Timisoara, cuando intentan decirme en ingles todas las blasfemias posibles que se pueden dirigir a sí mismos y a su familia.

Recuerdo que Laura casi me suelta una cachetada cuando le dije que a mi parecer Rumanos son todos aquellos que nacieron en Rumanía -incluyendo los gitanos- todavía no hay de quien haya escuchado un fundamento para que cambie a otro parecer, mas sí confieso que ahora esas concatenaciones sobre los gitanos que a veces suelto al aire, las cuezo dos veces antes de sacarlas en el mercado, para darles la misma consistencia pero con un nuevo sabor. El pastel de argumentos que seguido les saco a la venta a los Timisoreanos es de dos gustos: por un lado los Gitanos, que son renuentes a integrarse en la sociedad, porque perciben con un sexto sentido la misma mierda que ellos comen día a día, solo que esta tiene moño, modelo y marca, así que prefieren comprarse mierda barata pero con libertad; por otro lado los Rumanos, quienes desde pequeños crecen con la historia méxicana del viejito del costal, sólo que ellos siguen creyendo en esos cuentos hasta los últimos momentos de su vejez, hasta que en los Campos Eliseos se encuentran con que los hijos de Aristón eran Gitanos, y uno de ellos alza la voz y dice:

“Rumanos… ¿porque tan tímidos en formar a su Republica?, déjense atrás de cuentos de cobardía y comiencen a erradicar la mentira, que es la ignorancia que afecta al alma de aquel que es engañado”




[1] Platón, Lo Justo o de la República, Libro II.


2 comentarios:

  1. Muy muy bueno Victorín. Me ha encantado leerte.
    Un abrazo. Julie Sopetrán

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  2. Estoy intentando comprender lo que has escrito,
    con lo poco que conozco el idioma espanol..
    Supongo que tu articulo es muchisimo interesante
    ya que soy Griega y se' algo de la historia balcanes.
    Seguire de intentar comprenderle.
    Saludos

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