martes, 25 de octubre de 2011

Érase una vez en España

Comenzaban a caminar los tiempos aquellos atosigados de una muda esperanza, marchaban pintados de rojo, púrpura y gualdo, las calles así se despatillaban: a paso lento, pues aún no corrían, porque fue tanta la división que trajo la miseria, que las riquezas del suelo no se unificaron, quedando la tierra coja, dormida, y atolondrada por el alboroto de la mucha lengua que dejó una nación del otro lado del océano y por lo poco que ella hoy podía hablar, pues apenas Hispania se recordaba del sueño primero, cuando quedando en el plan geográfico de unos banqueros romanos, planearon para mejor gobernarla en trocitos, evitar los feudos y la unidad nacional, porque todo aquello aunque se tenía por muy bien hecho, sea por lo que es y no por lo que sea, ni Tizona ni Colada se quejaron, y Doña Elvira atada tampoco dijo nada, a Bavieca medio se le escuchó roznar en dos arranques fantasiosos, mas como en su siglo ni al estilíco del segundo caballero se prestó atención, su caballo, el gran corcel Rocinante quedó en último en los programas de estudio, España nunca se unió, y fueron sus hazañas las primeras entendidas por todo el mundo, y en ese orden también se olvidaron.

Mas eran ya los tiempos aquellos en que los muchos acuciaron su ignorancia, en que los pocos devorábanse uno al otro y practicaban un justo canibalismo, en fin, eran los tiempos aquellos en que todos se preparaban para el presente del futuro próximo, despojando las maravillas del pasado. Así fue que España recordó a la Nación que un día tuvo en la Banca en el sesenta y dos, corrigieron las faltas deliberadas en el sintagma que la unión Europea les dio con la banca autónoma del noventa y cuatro, y entonces la prosperidad en Europa llegó.

¡Y tengame mucho en cuenta Dios! , porque poco soy yo para contar lo que nunca pasó, pues nunca se hubo escuchado en tal tierra aquellos tonos de festejo, ni con esa sinergia lo hubo imaginado Rafael Riego, ¡y ni Francisco Pi y Margall se dijo más contento de ser ciudadano del mundo antes que Catalán!: porque de esos talantes cuentan que nació la tercera república de España, pariendo patria con simetría para alcanzar a la historia, para nacer el mismo día en que se formó la Nación de la Humanidad.

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